El libro de Rubén Darío.
Comienza el erudito poema Dariano con una décima que nos va a introducir en los tópicos centrales de la obra: Teología, y un ambiente helénico cimentado en el ritmo y el canto, el cual se orienta a la creación de una obra teatral que se inicia rememorando las geniales huellas de la inspiración de Sófocles y Eurípides.
Ven a mi musa querida
Mi lira dame; levanta
y únete a mi voz, y canta
la humanidad redimida.
Redimida con la vida;
No con Gólgota y cruz,
Ni martirio de Jesús;
Sino con la firmeza inmensa…
Fuerza que bulle y que piensa.
¡con el libro, que es luz!...
Los matices expresivos nos recrean en la música cadencial del modernismo que Rubén magistralmente adopta en su genial obra literaria. En la primera estrofa de su poema “El libro” establece un elemento básico característico de la décima que es el canto. Pide a su musa la lira para entonar junto a ella el canto de la humanidad redimida. El ambiente griego que revive el poeta nos introduce en los cantos de dolor de la tragedia. La lira que señala Rubén aviva en nuestra imaginación el círculo de la orquesta y el coro, en donde el drama o la tragedia tenía el soporte sonoro que elevaba su trascendencia artística o moralizadora. El ritmo poético recuerda los ditirambos escritos en diferentes ritmos de arrebatado entusiasmo. Los versos del poema están escritos con una finalidad para que el cantor los interprete al público. La versificación de los pies métricos, con el tiempo modificaron el ritmo Homérico y se adaptaron a la canción de gesta medieval, poesía griega bizantina, literatura del siglo de oro español de Luis de Góngora, Lope de vega y Calderón de la Barca.
Desde la primera estrofa se establece la oralidad del canto, el cual determina improvisación empeñada a revivirnos representaciones teatrales atenienses, en donde prevalezcan la tragedia, comedia, drama y sátira.
Al poema se suma otro de los tópicos recurrentes en la obra: Lo teológico. Esto era muy común en el teatro griego sobre todo en las tragedias. Darío es el poeta que se levanta bañado de luz celestial y en la faz del mundo canta y los siglos abrillantan con su reflejo mortal. El poeta nos introduce otro elemento: La luz. Une a la concepción religiosa del inicio del poema un sentido filosófico derivado de su liberalismo matizado en la razón ilustrada. El término luz fluctuará entre lo divino y las leyes naturales que se apoyan secretamente en las normas de la luz. Observaremos el elevado valor de la luz que tenía desde su juventud el poeta, el cual conservará hasta su madurez.
Al amor de su vida le dirá:
Francisca es la alborada,
Y la aurora es azul;
El amor es inmenso
Y eres pequeña tú.
Mas en tu pobre urna
Cabe la luz eterna.
La luz en el sentido más elevado del amor.
Rubén desde su juventud fue un liberal ilustrado que apreciamos en muchas de sus obras. En el poema “el libro” nos dice:
“y únete a mi voz, y canta
la humanidad redimida.
Redimida con la vida;
no con Gólgota y Cruz,
ni martirio de Jesús;
Nos insinúa su liberalismo en un contexto que determinan razones históricas, sociales y culturales de la época en las que claramente se manifiesta el afecto político del poeta hacia la doctrina ejercida por su padrino el general Máximo Jerez. Afecto que le causó la frustración de la soñada beca que le negó el presidente Pedro Joaquín Chamorro siguiendo ideología de intereses partidarios.
Adolescente Rubén había escrito:
“De nuestra patria aun tan dividida;
Y en augusto templo de la historia
Ciñe a tu frente el lauro de la gloria.
El simbolismo de la luz se establece al principio del poema para integrar principios físicos, filosóficos, biológicos y espirituales. Entra en la constante universal que nos permite razonar sobre el tiempo y el espacio, donde se movilizan las ondas luminosas y que agudizan nuestra reflexión analítica. Nos induce a reflexionar sobre la ondulación de la luz en el éter o discernir su condición espiritual para separarla o unirlas. El relativismo de este tópico depende de la masa y su degaste significaría su temporalidad en el tiempo y el espacio.
Cosmogónicamente, el poema nos plantea el principio del origen del universo religioso de “Hágase la luz” dando refuerzo al sentido religioso. La afirmación el libro “es la luz” tiene un sentido interior del hombre en la se destaca la inteligencia como especie de luz interior que guía a la reflexión en la ordenación de nuestros pensamientos.
Por eso, Darío se refiere a la luz interior que ilumina el mundo mental.
¡La luz! La luz infinita
que en sus misterios comprende
el espíritu que asciende, el
átomo que se agita.
A cuya influencia bendita,
a cuyo celeste nombre,
aunque mi palabra asombre,
envuelto en su esencia pura,
baja Dios desde su altura
a divinizar al hombre.
Evidente que el poeta siente el calor proveniente de la fuente de luz y calor, el sol.
Psicológicamente, nos plantea el principio vital de nuestra existencia. La luz infinita del átomo que se agita para que surja la lumbre del día. Presencia del concepto luz-sol que vive en él y en un instante de su vida lo exclamará: “nicaragüense sol de encendidos oros en la hacienda fecunda plena de la armonía del trópico”.
El libro es el germen de luz perfecto y posteriormente se pregunta: ¿Qué es el libro? Para responderse que es el bien y aprovechar seguidamente a mencionar cualidades extraordinarias de grandes hombres para afirmar el valor del libro. Nos dice:
Cormenín el autor francés del libro de oradores.
Girardín el desplazador de acentos. Esta es una figura admitida en literatura. Deriva de la poesía cantada que posteriormente pasó a la poesía escrita.
Moliere: Escribe grandezas y mentiras de una sociedad de personajes satíricos.
Góngora escribió al respecto de desplazamiento acentual:
“Pisaré el polvico
menudico.
Pisaré yo el polvo
y el prado no.
Este es el acento rítmico del cual habla Andrés Bello aclarando el acento prosódico que exime la estrofa isométrica, pero exige el acento rítmico distribuido periódicamente.
Desde su adolescencia nos da una lección gramatical producto de sus incansables lecturas que serían la base firme en que se asentaría el modernismo, en el cual Rubén realizaría poesía rítmica como la Gaita Galaica:
Tiempo de ganar, tiempo de perder,
tiempo de plantar, tiempo de coger,
tiempo de llorar, tiempo de reír,
tiempo de rasgar, tiempo de coser,
tiempo de esparcir y de recoger,
tiempo de nacer, tiempo de morir.
Afirma el poeta que el libro es destello del ser divino y del mortal soberano que en alas de la razón vuela a otra región a contemplar a Dios frente a frente. En este contexto la razón Dariana es abstracta religiosa, validada en su fe. Asevera hipótesis sin seguridad científica. Solamente, se apoya en una experiencia práctica que involucra la razón para contemplar su verdad. Valida su afirmación en la fe que determina voluntad ética y moral.
Nos presenta a Dios leyendo y nos pregunta si conocemos su libro y él trata de decírnoslo a lo largo de varias estrofas. La pregunta que nos hace antes de discernir sobre criterios considerados en su juicio epistemológico y gnoseológico sobre el libro. Con la pregunta nos introduce en los problemas del conocimiento contenidos en los esquemas clásicos de la teoría al respecto. Nos abre las puertas a una reflexión y puede ser por conocimiento directo, inmediato o por presencia directa, entre saber y conocer. El conocer sería un conocimiento mediato de lo que hay en cuanto a las propiedades del libro. El problema fundamental de conocer es el saber, lo cual está fundamentada en una opinión que se debe justificar de manera directa o indirecta. Para conocer lo que Dios está leyendo es necesario la intervención de procesos neurofisiológicos en los que intervengan fe o conocimiento científico.
El poema nos lleva a la descripción de elementos insinuantes de metáforas alegóricas celestiales: “Azuladas esferas” “astros en su carrera” y descripciones materiales de la creación: arbusto, arrollo; poniendo en ellos elementos intermedios entre lo celestial o divino. Criaturas sublimes que vuelan, cantan y enternecen la florida pradera, en donde palpamos el milagro material: arrollo, algas, peces y espumas.
Del canto sublime pasa al ruido estruendoso de volcanes y trueno, cataratas y al viento abrasador de África y Arabia que arrastra arena y que llaman simoun. El poema se eleva sobre la capacidad intelectual del mortal para renovar el sentir y el pensamiento. Es un salto filosófico del sonido semi divino que nos ha presentado con anterioridad. Un fenómeno sonoro fuera de nuestra mente, afectando nuestra concentración y produciendo alteración fisiológica.
Lo singular del poema es que envuelve la descripción celestial y mortal en la musicalidad de las estrofas que nos llevan a la proximidad del fenómeno. Eleva nuestra capacidad intelectual para inducir, sentir y pensar sobre el misterio de la divinidad analizando su infinitud.
El pensamiento teológico Dariano insinúa ubicar todo lo existente del cosmos en el libro de Dios. Para ello, utiliza elementos creados por la voluntad divina reveladores de la grandeza de su creación. Enlazando función real e imaginación.
Tiene un sentido filosófico que nos introduce al pensamiento metafísico de raíz judea cristiana. Presenta lo espiritual concentrado en un punto divino o teológico. Motiva a una lectura iniciada desde la preexistencia cósmica. El poeta hábilmente lo relaciona con la simiente del pensamiento griego que a la realidad del inicio vital llamaron poesía. A esos elementos poéticos que Darío define como azulada esfera, luces que se desbordan, carrera de los astros, aurora que asoma, nítida azucena, idilio eterno, indudablemente está expresando la síntesis del pensamiento de los filósofos griegos desarrollando una escena teatral que podría estar firmada por Eurípides invitando a la reflexión. En varias estrofas la representación teatral se evidencia a las narraciones Homéricas centradas en el inicio de la existencia. Nos presenta al ser en un teatro cósmico en el que Uno es adorado. Destaca el poeta: “dos lágrimas propicias al mortal corrieron por sus mejillas y cayeron en las páginas del libro”. Fueron conveniente sugeriendo el acto bondadoso de crear al hombre. La afirmación abre la reflexión entre fe y razón, derivando proposiciones que por la libertad del hombre pueden ser afirmativas o conflictivas. Plantea dos clases de verdades: creencia y racionalidad. Llevadas a verdades de voluntad afirmativa o negativa. Hace retrotraernos al pensamiento estoico o a la prolongación racionalista para inducirnos a pensar en el sentido espiritual concluido en el hombre.
Abre el sentido existencial del mortal elevándolo categóricamente como la joya de la creación.
Una criatura metafísica cosmológica superior y trascendente. Encuadrada en la reflexión lógica que ocupa el centro problemático de la filosofía; originado por los presocráticos al preguntarse por el ser, para entender su realidad última, muchas veces ocultas en apariencias. El ser del poema es el de siempre. El que debemos distinguir: el que se deriva de la unión de gametos y el existencial. El ser del poema “el libro” se origina en el viviente de la tragedia que vislumbra su destino. Dios y hombre conforman el análisis de la razón. El canto de Rubén nos desvela los elementos más significativos del libro célebre de la literatura histórica: “La Biblia”. Alaba al libro Cervantino para burlar la Inquisición. Y resalta los libros pasionales de Abelardo y Eloísa, Pablo y Virginia, Romeo y Julieta. Concluyendo con María de Jorge Isaacs, para exaltar la sublimidad del amor que posee el mortal imperecederamente.
Destaca el poema “El libro” excelsa inclinación al afecto y apetito pasional del amor. A ese sentimiento espiritual que vislumbramos desde el pensamiento neoplatónico y que posteriormente Sócrates decía: “ser lo único que él era capaz de entender y hablar con conocimiento de causa” y que Platón reafirma amor de cuerpo y alma.
Amor metafísico religioso derivado de la concepción cristiana: “amaos los unos a los otros”. Amor extendido en el horizonte de Dios. Pasión lícita orientada al “ama y haz lo que te apetezca como mortal”. Conduce tu psique por las pasiones del alma para cristalizar tus subjetividades enfocando las cualidades de lo amado.
Realiza un largo análisis del amor como conflicto que enfrenta y a la vez liga a los que se aman. El amador interviniendo en el amado para entrar en el concepto de libertad del amor.
El poema continúa su desarrollo evocando al instrumento conque inicia su canto: La lira simbólica del equilibrio entre música y poesía para continuar la línea temática del poema teológica mortal dentro de la realidad cosmogónica. Hace mención del arpa de Virgilio y la tromba de Homero para continuar con Renán, el filósofo que revoluciona la vida de Jesús.
Se empeña en unir los dos conceptos que prevalecen en el poema: “el mundo helénico y lo teológico” para significar el alto valor que posee el libro. Nos exalta la Tabla de la ley de Moisés y las Catilinarias de Cicerón recreando el más puro amor de Núñez de Arce, definidor de la poesía como arte maestra. No olvida a Don Ramón de Campoamor, el realista literario a quién Rubén le dedicó la famosa décima en octosílabos:
Éste del cabello cano
como la piel del armiño,
junto su candor de niño
con la experiencia de anciano,
Tiene presente Rubén a Don Ramón de Campoamor porque en su discurrir sobre el hilo conductor de la fe que se teje en el poema, pesa la afirmación del anciano poeta que abogaba por una nueva estilística poética que terminara con la trágicas y enfermizas concepciones de la poesía romántica de amores frustrados, suicidios y cementerios. Asegurando en su libro: el mundo traidor: “Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Darío veía con el cristal de su intelecto.
A lo largo del poema realiza una compilación poética de las grandes obras literarias. Diserta sobre Byron, Manfredo, Don Juan y Milton que vio a los querubines. De todos ellos, glorifica sus libros y destaca de manera especial la inmortal obra de Dante Allighieri: “La Divina Comedia”. Valoriza al grandioso “Hernani” de Víctor Hugo y concluye con la inspiración picaresca de don Francisco de Quevedo, recordándonos que toda la obra discurre sobre un plan establecido rememorando el drama helénico que evoluciona a la sátira.
El tema del amor lo plasma con Don Pedro Calderón de la Barca remedando amor y melancolía en nuestro pecho. Toda la literatura es una balumba que inmortaliza las páginas del libro que inmortalizan al hombre en la paz y la esperanza despertando el trueno de la palabra. El libro de la fe es para Darío el que llena el alma quitando la hiel que envenena. Tiende un puente entre lo divino y lo mortal hablándonos de una pasión muchas veces aberrante del hombre: “La política”. Menciona a Charles Stewart Panel, terrateniente protestante y parlamentario del Reino Unido en la época Victoriana que se oponía a la infalibilidad del Papa y al socialismo. Winston Churchill en la posteridad lo consideraba su inspirador. Incluye en el poema a Luisa Michel escritora, poetisa y educadora anarquista francesa. Para simbolizarnos los debates parlamentarios helénicos latentes en la posteridad con el espíritu de las catilinarias de Cicerón. Por eso, el poeta afirma que el libro: “es el microscopio para ver la gota donde flota el orbe”. Y afirma que es el corazón donde vaga la emoción. Califica al libro de mente armoniosa, quinceañera, sin desengaños que oye las sentencias de la existencia.
El poema continúa exponiendo la fuerza y luz del pensamiento maximizándolo en la expresión: “Es lo más grande de la tierra y lo hermoso del cielo”.
En el luminoso torbellino del saber nos recuerda los retablos de las maravillas Cervantinas activados por la magia. Los embustes del entremés de Chirino y los pícaros Chanfallas para volvernos a un canto mortal sobre la crítica conservadora.
Continúa el poema consagrándolo como el pan de la inteligencia que sublimiza las artes y redime a la ciencia. Para Darío: “es la celeste lumbre del faro guiador y la cumbre de la verdad”.
Señala al enemigo del libro en el alto Vaticano, al cual describe con la estola en el cuello y Syllabus en la mano, aludiendo la alocución de los principales errores de la época de Pio IX.
El poema nos deja una crítica: “Hoy es nada más tu templo un gran taller de indulgencias.”
Sentencia hoy muy cercana a los acontecimientos sucedidos dentro de la Iglesia. Nos revive la burla a Cristo vendiéndose reliquias y bulas por un lado y a Nazarenos apaleados por fanatismos políticos. Afirma el criterio que se queda el mal y se va el bien. El triunfo de los lazzaronis bribones que desde la Revolución Francesa anuncian la caída de la beatitud. La teocracia muchas veces vestida de falsa democracia y proclamada con acento de nueva idea.
Darío glorifica a los hombres célebres en su poema. Nos habla de Napoleón señalando que las glorias son humo, sangre y cenizas. Nos habla del delirio en perpetuo martirio de Luis Vaz de Camoens. Refiriéndose a los “Luisiadas”, la epopeya escrita en versos por el más grande poeta portugués. Diserta sobre vencedores y vencidos. Declara su amor al libro por ser el relámpago de la ciencia y los cantares de la imprenta. Inmortaliza a Gutemberg y compara lo que la imprenta produce: “un espíritu alado igual que el arpa entre las manos”.
Sentencia: “La vida es poca y la desventura mucha”. Y pide que el libro cante la verdad en la poesía y nunca la mentira para que la lira no se arrastre por el lodo. Propone que el libro no alabe al monstruo de la ambición. Ante el mal sugiere perseguir la belleza para ser capaces de ver y oír la salida de Venus de la espuma. Por eso, escribe como si nos hablara el libro:
“Sigue en la vida mi lumbre
Que yo soy la eterna cumbre
Y el universo está en mi”.
Lleno de entusiasmo Rubén declara su amor al libro considerándolo:
La llama eterna que brota
Dios en la naturaleza”,
Que aclame el universo al libro. Que la juventud dé al viento las leyes del pensamiento. Que el dulce beso del arcángel dé la idea. Que el libro haga lo grande, eternal y sublime. Lo que la razón redime y el sentimiento expande. Así, canta Rubén a la humanidad ¡redimida con la vida no con Gólgota ni cruz ni martirio de Jesús… sino con la fuerza que vibra y que piensa! ¡Con el libro que es la Cruz!
¡Basta ya, musa querida!
¡ya bastante me alentaste,
y unida a mi voz cantaste
la humanidad redimida!
¡Redimida con la vida,
no con Gólgota ni cruz,
ni martirio de Jesús…
sino con la fuerza inmensa,
fuerza que vibra y que piensa!
¡con el libro que es la luz!
Conclusión
El poema al libro de Rubén Darío esta escrito en décimas, las cuales permiten variados matices expresivos facilitadores de la musicalidad y del fuego poético. Eleva la integridad estética y propicia la idoneidad al desarrollo del contenido temático.
Es un poema rico en simbolismos contenidos en la genialidad Divina, los cuales dominan las expresiones temáticas. Es valiosa la riqueza estilística y semántica que demuestran la trascendencia de su valor literario.
La estructura de la décima debe de poseer diez versos octosílabos que rimen el primero con el cuarto y el quinto. El segundo con el tercero y el sexto con el séptimo y el último. El octavo con el noveno. Realizando una estructura rítmica que podemos sintetizar gráficamente así:
a/ b/ b/ a/ a/ c/ c/ d/ d/ c/
Debemos de recordar al leer el poema que la décima y el soneto han sido las estructuras estróficas más usadas en la poesía anterior al S.XX Los poetas españoles Luís de Góngora, Lope de Vega y Calderón de la Barca glorificaron esta estructura con geniales versos.
La décima fue utilizada en la América española para la improvisación, lo cual persiste en la actualidad enfocada a la poesía popular dentro de la literatura hispanoamericana.
Las oralidades de las décimas de Rubén expresan relevancias históricas, sociales, y culturales de su época. Nos pone en contacto con el rico mundo mitológico griego haciéndonos sentir el ritmo de los repertorios de sus cantautores. Todo el poema está vinculado a religiosidad, belleza y política, la cual genialmente él presenta con estilo improvisado.
La tradición de la poesía Homérica se emparentó con la narrativa anglosajona, con la Canción de gesta medieval y con la poesía bizantina, hasta llegar a la literatura culta tradicional anterior y posterior al siglo de oro español.
Autores destacados de décimas en América:
Vicente Mendoza. México.
Nicomedes Santa Cruz 1892
William Hurtado de Mendoza.
Octavio Santa Cruz Urquieta. Perú.
Jesús Orta Ruíz.
Los grandes poetas universales griegos, latinos, españoles y los hispanoamericanos forjaron la cultura estructural de la décima en Rubén Darío y él la enriqueció con su genial talento y fuego poético.
“El libro resplandece la esencia de la idea”.
Edwin Zúniga Reyes
-------------------------------------------------------------------------------------------
Poemas celebrando el Dia del Libro 2023:
El libro
Las curiosidades tras mil inquietudes
son reflexión íntegra sobre la existencia.
En los sapientes libros se dan las respuestas
que nos permite saber que es la existencia.
Es luz en la oscura noche ignorante
y ala del mortal que eleva su pensar.
Voluntad histórica que espiga al pensamiento
desde la vieja idea que viene de Platón.
Sus páginas nos revelan el qué y el porqué
de todas las verdades que anillan la razón
reflexionando sobre aquello que no se ve.
Sus enseñas contienen la límpida verdad
que van conduciéndonos por los razonamientos
que permita comprender la existencialidad.
Maria Isabel Flores Rubio
El Libro
Páginas sacrosantas del libro de mi infancia
Tan llenas de ternuras colmando mi inocencia.
Fuiste precioso lirio de gran sabiduría
forjando para siempre el rostro de mi alma.
Lo cóncavo del cielo llenó tu fiel presencia
cuando la voz de la sangre brindó con el amor,
entonces mi existencia corrió entre tus páginas
oliendo la esencia que aroma al saber.
Poesía y sabia ciencia en la rosa de la vida
perfume literario llenando mi existencia
y todo el pensamiento alzado al universo.
Levitando se allegan los consejos del libro
y mil sueños circundan la voz de tus páginas
elevando la idea en mi ardiente conciencia.
Edwin Zúniga Reyes
Comments