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Boletín Informativo Num. 17 - Canto a la Argentina - Edwin Zúniga Reyes

  • Asoc. Francisca Sánchez
  • 26 feb 2022
  • 17 Min. de lectura

Dedicado a Don Miguel Angel Pereyra, miembro de nuestra asociación.


Canto a la Argentina

Rubén Darío vivió en la Argentina del año 1893 a 1898. Para él es la tierra de promisión. La identifica con el Paraíso, el Dorado y la Atlántida. Su optimismo lo reviste de numerosas referencias mitológicas en el poema. Abre una ventana al porvenir para airear los valores de paz, humanismo y libertad. Para una mejor comprensión de su obra es conveniente hacer una breve salvedad histórica de la Argentina. El autor de la letra del Himno Nacional es el escritor y político Don Alejandro Vicente López y Planes (3 de mayo de 1784 – 10 de octubre de 1856). Participa en la revolución de 1810. Fue secretario del primer triunvirato. Presidente provisorio tras la renuncia de Bernardino Rivadavia. Ministro de Manuel Dorrego. Gobernador provisorio de la provincia de Buenos Aires después de la caída de Juan Manuel Rosa. Autor de numerosas poesías de carácter político y se le llamó el poeta de la revolución. Es autor de la obra poética: el “Triunfo de la Revolución” inspirada en el triunfo sobre invasores de Inglaterra.

Blas Parrera Moret autor de la música del Himno Nacional (3 de febrero de 1776 – 7 de enero de 1840) Nacido en Murcia España y fallecido en Mataró Barcelona. Su himno es conocido como “Himno de la Libertad”. Inicia su formación musical en la capilla musical del colegio Santa Ana. En 1793 viaja a América. En 1793 está instalado como compositor en Buenos Aires. Es profesor de niños expósitos y organista de la catedral metropolitana de la capital. Dirige la orquesta del “Coliseo Provisional de Comedias.” Se destaca como compositor de tonadillas y ejecutante del violín y del clavicordio. Participa como voluntario en la defensa de Buenos Aires durante la invasión inglesa. En 1813 recibe el encargo de componer la marcha patriótica con letra de Vicente López. Por su trabajo recibe la suma de 200 pesos el 11 de mayo de 1813. Ese mismo año viaja a Río Janeiro a realizar estudios con el maestro Antonio Portugal y dos años más tarde regresa a Buenos aires. Fue autor de varios himnos patrióticos. En 1818 regresa a Mataró donde fallece.

A partir de esos años, Argentina está en pleno desarrollo económico que será interrumpido por la crisis de 1890 durante la presidencia de Miguel Juárez Celman. Estalla la revolución del parque. Insurrección cívico militar dirigida por la Unión Cívica y liderada por Leandro Alem, Bartolomé Mitre, Aristóbulo del Valle, Bernardo Irigoyen, Francisco Barroetaveña. En 1890 es un año importante en la Argentina. Se organiza la clase obrera. Se piden leyes protectoras de los trabajadores. Surgen periódicos sumándose a las peticiones de los sindicalizados. La Revolución del Parque inicia lucha por elecciones libres y democráticas. Surgen partidos políticos nuevos. Estalla la crisis de la casa Baring Brothers, originada por el endeudamiento. Hay una gran depresión durante el gobierno de Miguel Juárez Celman.


En el año 1910 se celebran los acontecimientos de la creación del Himno Nacional. A Rubén Darío se le encarga escribir un poema que conmemore al Himno Nacional. Participan renombrados poetas como Leopoldo Lugones, que escribe para la ocasión: “Odas seculares” y “Oda a los ganados y mieses”. Rubén escribe El inmortal “Canto a la Argentina”, el cual, expresa la admiración que tiene por ese gran país que le dio cobijo y lo manifiesta en el poema como ya lo había hecho en otros anteriores. De esos nos ocuparemos más adelante. Canto a la Argentina está escrito en un ritmo heroico triunfalista. Destacan las combinaciones de diferentes metros, como el ritmo ternario de los eneasílabos, el decasílabo anapéstico que consiste en dos dáctilos y un troqueo al final: “viento arrebata la gran voz de oro”. El uso en serie de este metro nos lleva a una relación de diálogo ¡tan usada! en la tradición épica latina. Los versos ditirambos de los cuales Platón nos dice en su obra “La República” que son un ejemplo claro de poesía en la que el poeta es el único que habla. Los versos en este metro estaban dedicados al dios Dionisio o Baco en la antigua Grecia. Siguen el modelo de un himno cantado por un dios del Olimpo que nos aproxima al culto dionisíaco. Los primeros versos del poema son ditirambos que conservan el lirismo dentro de un contenido de alabanza. El inicio abre horizonte a este pie métrico, para rememorar la idea de oda olímpica: “el pulmón fuerte bajo el cristal del azul”. En el subconsciente nos rememora al Coro griego que cantaba este patrón rítmico sin máscara y en círculo alrededor de la orquesta. Nos hace sentir la magnificencia del pie métrico pensado por los poetas de la antigüedad para exagerar las cualidades de las personas o de las cosas, cumple los primeros versos de Rubén cuando dice:


“¡Argentina! ¡Argentina!

¡Argentina! El sonoro

viento arrebata la gran voz de oro.

Ase la fuerte diestra de la bocina,

y el pulmón fuerte, bajo los cristales

del azul, que han vibrado

lanza el grito: Oíd mortales,

oíd el grito sagrado”


Los adjetivos usados por el poeta están destacados a señalar la grandeza del país. Los versos: “oíd mortales los versos sagrados libertad, libertad, libertad” del Himno Nacional Argentino son reestructurados por el poeta para ajustarlo al tono grandioso de pie métrico ditirambo, para cantar su Oda hímnica. que inicia con la siguiente anáfora:


¡Argentina!, ¡Argentina!¡Argentina!


Según Aristóteles el ditirambo surgió en el S. VI con la tragedia griega. Durante el S. V y VI fue una composición poética musical interpretada por el coro, el cual, estaba compuesto por 50 cantantes. Estas composiciones interpretadas por los coros griegos usando el ditirambo han sufrido a lo largo de la historia numerosas controversias. Hasta la aparición del papiro se ha aceptado un corpus, aunque siempre existen lagunas críticas.


Las poesías escritas por los poetas iban acompañadas de música que no se pudieron conservar. Pero por la esencia sonora del pie métrico se puede deducir la idea musical que integraba la obra. El poema de Rubén Darío fue escrito en París entre diciembre de 1999 y abril de 1910 con motivo del primer centenario de la independencia de la República Argentina. Publicado el 25 de mayo de 1910 en un número extraordinario del diario La Nación, acompañado del poema de Leopoldo Lugones “A los ganados y las mieses”. Los versos del poema Dariano contienen un hondo sentido lírico enaltecido por un optimismo, revestidos de referencias patrióticas y mitológicas. El liberalismo del poeta asocia la democracia de América, evocando esencia de libertad y expresando preocupación social y política. El poema escrito con las normas de oda e himno es realizado en diversidad de estrofas, siguiendo la tradición horaciana. Rubén tenía predilección por este género: Oda patriótica sobre la guerra Chile Perú, Oda a Francia, a Mitre y el poema Divagación. Busca la expresión cercana al pie métrico griego en el canto a la Argentina, uniendo los valores políticos con el heroísmo latino.


Indudablemente, plasma en su oda el tono elevado que merecen sus reflexiones heroicas filosóficas, con el entusiasmo que debe poseer una oda. El antecedente de esta preferencia Dariana la encontramos en los poetas griegos y latinos y en autores americanos que le precedieron como: Andrés Bello, José Joaquín Olmedo y Olegario Andrade. En el Canto a la Argentina encontramos influencias modernas de los Laudis de Gabriele D Annunzio, en cuanto al contenido mítico simbólico de volver a las fuentes clásicas de la cultura de occidente con vinculación filosófica y también por la extensión de la oda. La vehemencia lírica y la tonalidad victoriosa las ajusta a las patrióticas voces de los argentinos. La majestuosidad del poema evoca los antiguos cantos hímnicos enriquecidos con innovaciones modernas que lo hacen novedoso y amplio. La unión tonal de la oda hímnica con el civismo eufórico, lo expresa Rubén en una versificación sin igualdad silábica. La versificación del poema es libre y es el más largo de Rubén, contando con mil y un versos. En cuanto al número de sílabas no tiene regularidad. Su tono hímnico expresa salutación clásica y moderna. En el poema es notoria la inclinación exótica dariana; recordándonos con el número de versos a las mil y una noche. Como dice el poeta y abogado argentino Gustavo García Saravi “es como un crisol de virtudes soñadas”. Darío es proclive a la inusitada escritura de culturas lejanas como lo expresa en su predilecto orientalismo escribiendo: “La cabeza del Rawí” y el cuento oriental “Alí”.

El poema sugiere múltiples posibilidades rítmicas. Todo él es, un universo palpitante de ritmos encerrados en la imaginación poética. En cuanto a las estrofas, no sigue un modelo fijo tampoco en cuanto al número de versos o de rima. Podemos decir que posee 45 pseudo estrofas divididas temáticamente y organizadas en ideas. Los primeros 22 versos responden al modelo de Silva modernista. Recordemos que la Silva se compone de endecasílabos y heptasílabos rimados consonantemente libres. Se pueden mejorar con versos rimados juntos. La estructura asimétrica usa rima consonante dispuesta libremente y con versos sueltos. La Silva irregular no tiene un número fijo de versos.


De gran extensión y rima variada o irregular. Seguidamente se libera ese canon para continuar con versos eneasílabos y octosílabos, decasílabos y heptasílabos.

El patrón rítmico es el eneasílabo: (5+4) (6+3) los endecasílabos son minoritarios. Solamente hay un verso alejandrino.


Podemos resumir que de los 1001 versos:

· 693 son eneasílabos.

· 218 octosílabos.

· 64 decasílabos.

· 15 endecasílabos.

· 10 heptasílabos.

· 1 alejandrino: “Sobre el construir, sobre el bregar, sobre el soñar”.

El poema es toda una elocución torrencial y caprichosa de versos libres desbordados y apenas rimados. Se organiza con un metro base en torno al cual giran los otros. Se evidencia intento de volver a la poesía griega o al primitivo verso lírico español de carácter irregular.


El poema está escrito en 45 estrofas irregulares, en cuanto al número de versos y de rima. Su organización se realiza por temas y organización de ideas. No tienen un modelo establecido. Sus medidas son diferentes en los versos con rima consonante. En los primeros versos hay un predominio de versos endecasílabos y heptasílabos que avalarán una silva modernista:

“Y el pulmón fuerte, bajo los cristales.

del azul que han vibrado”.


Hemos comentado la primera estrofa y de la segunda podemos resaltar la anáfora que la cierra:

“Sobre la blanca sierra

sobre la extensa tierra

sore la vasta mar”.


En la tercera estrofa predomina el espíritu marino de barcas y velas para terminarla con el príncipe de las carabelas Cristóbal Colón. En la cuarta estrofa expone al país que acoge a la humanidad triste en busca del buen trabajo y el pan. Indudablemente, está hablando su subconsciente. El poeta ha logrado con el nombramiento de cónsul de Colombia en Buenos Aires, el trabajo que tanto ha ansiado desde su patria y el Salvador de donde ha partido a Panamá para recibir su nombramiento. Después del verso 22 el poema mantiene la rima consonante para irse liberando de esa estructura y pasar a versos de 8 y 9 sílabas y en algunas ocasiones de 10 y 7 sílabas, los cuales, dan impresión de ser versos libres. Debemos tener en cuenta que el verso patrón de la obra es el eneasílabo, al cual, en algunas ocasiones aumenta o quita una sílaba. El eneasílabo es dócil y permite un uso sutil en la versificación. Algunos analistas opinan que los versos más empleados son los octosílabos y los eneasílabos mezclados con los decasílabos. Verdaderamente hay versos que pueden considerarse de diferente medida si se realiza sinalefa. Ante esto, conviene considerar el ritmo o su carácter eufónico en el contexto métrico anterior y posterior y en algunos casos por su contexto métrico dominante. Los versos decasílabos con rima consonante y asonante presentan intertextualidad con el Himno Nacional de Argentina. La estrofa final presenta cuatro versos. dos octosílabos y dos decasílabos con rima consonante en los versos pares. Los octosílabos son trocaicos y el resto de los versos decasílabos mayoritariamente son ternarios anapésticos acentuados en la tercera, sexta y novena sílaba. En algunos casos, el decasílabo lleva acento en la primera sílaba y a esto se les llama decasílabos mixtos: “Oíd mortales” … Ante esto, debemos tener en cuenta que los decasílabos mixtos no anulan el predominio del ritmo ternario que es esencial en el Himno. Hay otras intertextualidades con el Himno Nacional. El verso segundo: “¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!” se repite en el verso 15 de la estrofa 39 (final del poema.) El poema presenta una relación de dialogo con el Himno Nacional de Argentina, al cual, expresa como un himno de libertad, desarrollo, hermandad y paz. Versos de salutación en que la identifica como su patria:


“¡Salud, patria, que eres también mía

puesto que eres de la humanidad!”.


Continua el poema con eneasílabos cantando al éxodo de hombres a la tierra del Vellocino de Oro, a la Canaán preñada, a la Atlántida resucitada. Continuando con la idea bíblica hablando de un Dios desconocido que a todos los dioses abarca y que tiene su gazofilacio en la carne del mundo. Con esta metáfora se refiere al lugar del templo de Jerusalén donde se recogía limosna y riqueza comparándola con el emporio dinerario aplicado a la diáspora.


En la estrofa siete se refiere al hombre esclavo espartano, el ilota y el mujik campesinos sin propiedad de las nieves del zar; refiriéndose al hombre de la pampa. Diciéndole que escuche el murmurar alegre de su cafetera, a la que llama mujik; siguiendo la línea de la terminología rusa para dar ideas universales de ilotas espartanos y rusos de las estepas.

La estrofa octava continúa hablando de los hijos de Emilia, los cuales, son ligures del agro romano, hijos de la tierra del milagro. Extendiéndose a los hombres de las colonias para hacer otra España en la Argentina universal. En la estrofa novena se dirige al hombre suizo pidiéndole para el pampero su canto de libertad. Para erigir una suiza argentina en sus ventisqueros de cristal. La estrofa décima llama a los hijos de Francia. En la estrofa onceava se dirige a hunos y a godos “destructores de lo imposible” invitándolos al país de la armonía. La estrofa treceava les señala a los hombres a los que se ha dirigido las cualidades de la tierra a la que los ha invitado: “el reino oloroso al trébol que pisa el ganado”. A la estepa sin nieve donde el riego aumenta las demetéricas savias, haciendo alusión a Deméter diosa de la agricultura. En la estrofa catorceava habla esta vez del hombre de la pampa que pasó el mate de mano en mano simbolizando paz. En la estrofa quinceava habla del cisne de Salmona (cabeza de cisne arrancada de la natural) en el escudo de esa ciudad para simbolizar los nuevos faustos que se celebrarán en la Argentina. En la estrofa dieciseisava proclama la feracidad de la pampa. Del ferrocarril que hace posible el progreso e insiste en su orientación mitológica cerrando la idea principal de la estrofa con la mención de Triptolemo semi dios y héroe que aprendió de Deméter, diosa madre, las artes de la agricultura. Hijo del rey Céleo y Metanira de Eleusis en el Ática. Con Deméter es relacionado en los misterios eleusinos. Considera Rubén en su canto a la Argentina, el granero del mundo para la especie humana.


La estrofa diecisieteava hace una reflexión sobre la condición política mundial en la que Argentina está libre del odio de la Europa finisecular y si llegara sería porque Ananke pondría la bomba de la locura. Ananke es la esencia de la fuerza del destino de quien ningún ser o dios puede escapar. En esta estrofa, observamos el criterio del Rubén cronista político y la continuación de la línea mitológica de su pensamiento. Insiste en Deméter, la diosa de la agricultura que envía la hostia pacífica el -pan- a la boca de la ciudad.

En la estrofa dieciochoava vuelve su vista a la metrópoli. La compara con la Basilea Suiza a orillas del Rin por su tradición cultural. Recuerda al Garibaldi romano que participó en su historia. A la Argentina considera bendecida por el Cristo de los Andes y merecedora del saludo anglosajón y de Berlín, Londres y la Australiana Melbourne. Argentina es saludada por el mundo al marchar al porvenir.

En la estrofa diecinueveava se centra en el motivo, por el cual, escribe el poema la fiesta nacional. Nos dice que la Argentina está en el trono. Que la mirada universal la admira porque por ahí pasan Mercurio dios del comercio y de la elocuencia con su caduceo y Apolo el más amado de los dioses epítome de la belleza. Continúa la estrofa mencionando otros ríos importantes del planeta de donde han de surgir los Adanes del mundo. Argentina es el solar y hogar del planeta. La denomina coronada de kohinoores que en lenguaje Pérsico significa “montaña de luz”. También habla de cornucopia o cuerno de la abundancia. De Cesares más potentes que Gengis Khan y que Nabucodonosor.


En la estrofa 21 vuelve su mirada con admiración al puerto argentino. Habla de docks refiriéndose a los muelles, en donde, se erizan las chimeneas de los barcos. De los puertos a los que han llegado músculos e ideas de pueblos distantes, para referirse metafóricamente a trabajadores e intelectuales que han llegado a la Argentina para engrandecerla. Alaba la fraternidad de los brazos y la propagación de los idiomas para dar gracias a Dios en las iglesias de toda fe, para que los que buscan luz en la sombra, hallen en la sombra luz.

En la estrofa vigésima segunda nos describe el ajetreo del puerto donde todo queda simbolizado en el acerado hipogrifo. Nos vuelve el poeta a simbolizar la magnitud del trajín portuario eficiente con una metáfora de su preferencia mitológica, el caballo alado que es el hipogrifo. Manifiesta así: fuerza, trabajo y eficiencia. Recoge todos los matices del ambiente pompas babilónicas, timbres, pianos, rumores, voces para decirnos que es el corazón de Buenos Aires cantando su himno de hombre libre. De la renovada sangre de España y de otras partes del mundo para formar colonias de la nueva Europa en la gran Argentina, que el poeta llama “patria mía” y saluda en nombre de la poesía y de la libertad.


La estrofa vigésima tercera el poeta se dirige al elemento patriótico que encierran los himnos de los hombres libres, niños o ancianos. Himnos bélicos o de celebraciones pacíficas cantados por las bocas angélicas de las gallardas mujeres, como Ceres o Diana. Canten el himno de la egregia ciudad proclamando el inmenso imperio agrario.

En la estrofa vigésima cuarta recuerda a los hispanos capitanes de los orgullosos virreyes de América. A la espada toledana. A Don Nuño, Don Pedro y Don Gil y a la vieja vida española.


La estrofa 25 es corta y glorifica a los patricios. Refiriéndose al abuelo secular el General José de San Martín fatigado de triunfar y cansado de padecer, fue a morir de cara al mar, allá en Bolougne -sur- Mer. Francia.

La estrofa vigésima sesta ensalza a los héroes de la guerra gaucha. A ellos llama: “centauros de fábula cierta, sacrificados del terruño”. Proclama sus hechos y los consagra a la gran Cruz del Sur. Les brinda el himno del corazón de la patria que ofrece hogar y derecho a los ciudadanos del mundo.

En la estrofa vigésima séptima el poeta se dirige al sol teogónico con un espíritu religioso y helénico. Centra su poesía en la lumbre de un sol de Arcadia, ciudad periférica de Grecia en la región del Peloponeso que con el tiempo se ha convertido en un país imaginario por los artistas. Al sol llama Foibos:


“triunfante en el trágico

vencimiento de las sombras”.


Siguiendo el espíritu mítico llama al sol: “Tabú y Tótem” del abismo pidiendo que ilumine al orbe como lo hace desde la enseña Argentina.

Aboga por la agricultura. Sin olvidarse de los grandes latinos como Píndaro. De las criaturas mitológicas grifo: león con cabeza de águila; Pegaso: caballo alado de Zeus; Quimera: cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón. Era un animal femenino que lanzaba fuego por la boca poseía una cabeza en cada parte que formaba su cuerpo. Hija de Tifón el espeluznante monstruo alado que podía alcanzar las estrellas y de Equidna monstruo serpentino.

Su canto al sol glorifica la grandeza del pueblo argentino.


“¡Sonad, oh claros clarines, sonad,

tambores guerreros en el milagroso escenario!”.


En la estrofa vigésima octava glorifica a los que hacen de bronce y de mármol la historia celebrando la fiesta del centenario. Los cuatro caballos apocalípticos mientras unos declinan ellos van triunfantes entre las estrellas, clamando en el olimpo ¡Hay en la tierra una Argentina!

En la estrofa vigésima novena el canto dariano está dedicado a las mujeres de la nación. Admira sus ojos moriscos españoles. Piel de Britania y elegancia de París. De fragancia luminosa de las entrañas del país.


“Leona amante o dulce enemiga

tal la triunfante Venus criolla”.

para Rubén Darío la mujer era:

“Sonora, pura, bella, inmensa,

permite al que siente y piensa

magnificarte y ofrendarte

en nombre del verso y del arte”.


En la estrofa trigésima continúa alabando a la mujer. Esta vez a las patricias que fueron como las matronas de Roma. Que tienden su alma al filósofo Platón o a Orfeo hijo de Apolo y de la musa Calíope, el cual, tocaba la lira y aplacaba a las fieras. Continua su versificación hímnica haciendo uso de su riqueza mitológica. Atribuyendo a la mujer que es justo que la fugaz fortuna ceda su red. Aquí continúa el poeta en sus apetecidas citas mitológicas disertando sobre la cornucopia o cuerno de la abundancia y de la fortuna. Aviva en nuestra imaginación la figura de la cabra Amaltea, que con su leche creo a Zeus, el cual, siendo niño jugando con sus rayos rompió sin querer los cuernos de la cabra. Cornucopia es símbolo de riqueza y Rubén con esta figura simboliza la riqueza de Argentina. Continúa en su aseveración mitológica diciendo:


“Vosotros que sabéis por qué

abre sus alas Pegaso”

Esta expresión versificada la usa recordando el motivo de la fiesta para la cual escribe su oda hímnica. Canta a la libertad, celebrada en el centenario de su Himno Nacional.

Continúa en sus ricas citas mitológica hablando del búho de Palas, refiriéndose al mochuelo que acompaña a Minerva que más tarde se llamó Atenea. Nos recuerda el mito en que se llamaba a la diosa ojos de mochuelo como señal de sabiduría y perspicacia. Pide estar atentos a los nidos que se incuban en el presente, aludiendo a los acontecimientos que se dan en el mundo. El peligro de la guerra y el expansionismo que a todo el planeta puede afectar. Pide clamar así: Ave, Argentina, vita plena pidiendo a los infantes de mundial estirpe terminar con falsos odios victimarios y dejar en el patriótico sagrario ansias de Perseo o Cristo en la fiesta del centenario. Es interesante la mención mitológica y teológica a la vez que hace el poeta para describirnos a dos hijos de Dios y a la vez hombres Perseo hijo de Zeus y Cristo el hijo del Altísimo. Lo importante es que los dos que simbolizan al hombre depositen en el patriótico escenario sus ansias de paz y libertad en la fiesta del Centenario.


En la estrofa trigésima segunda continúa su oda hímnica con Apolo, personaje mitológico al que lo describe como una sombra lírica que pasa por Buenos Aires. Usa la metáfora sombra lírica para aprovechar hablar del célebre poeta gaucho Argentino Santos Vega. Esta mención es criticada por muchos, argumentando haber desconocido en su mención al autor de la principal obra de la literatura gauchesca Don José Hernández, político, poeta, escritor y militar.

Argumentan que la razón de no mencionarlo se debió a que Hernández tenía ideas socialistas que no eran del gusto de Rubén; más nosotros creemos que no fue así. Creemos que el poeta siguiendo la idea enfática de la estrofa anterior en que pide se extirpe falso anhelo y odio victimario, evita la polémica y abraza la paz.

En la estrofa trigésima tercera canta a los navíos y a los marineros en son de paz, con la idea de sabiduría y esperanza como Palas Menea.


La siguiente estrofa trigésima cuarta la dedica el poeta a viajes marineros y a los barcos que salgan de Cartago y lleguen a Ofir. Hace uso del puerto de Cartago, el puerto donde se realiza la batalla entre cartagineses y romanos en la tercera guerra púnica del año147 a.C. Rememorando un aire triunfante de los romanos, acorde a la oda hímnica que escribe en la celebración centenario del Himno Nacional de Argentina. El puerto de Ofir hacia donde deben ir los barcos de carga es una imagen que utiliza el poeta para dar la idea del florecimiento económico por la riqueza que transportan. Recordemos que Ofir es el puerto donde el rey Salomón recibía cada tres meses cargamento de oro, sándalo y piedras preciosas. El poeta en sus versos manifiesta la magnitud comercial que mueven los barcos que llegan y salen del puerto de la cosmopolita Argentina.

En la estrofa trigésima quinta la oda vuelve a nuestra América que pone su caudal de esperanza ante el gran Dios. Insiste en la libertad. Seguidamente dice: “Antes que Ceres fue Mavorte” con esto quiere afirmar que antes de la guerra está la agricultura. Ceres es la diosa de la agricultura y Mavorte es una antigüedad que significa guerra. A esos enfrentamientos que han teñido de sangre el suelo de las Américas. Es un recuerdo de las luchas entre hermanos que en ella han sucedido y que con la celebración del centenario del Himno se está en cierta forma recordando.


En la estrofa trigésima sexta vuelve su evocación a los dioses autóctonos de Copán, Palenque y Tihuanaco y en su imaginación piensa que quizás pasaran por ahí los dioses mitológicos Pan y Baco. Su reflexión poética dilucida las posibilidades míticas de génesis y otros libros sagrados para entrar en el impenetrable secreto de la vida y de la muerte.

La estrofa trigésima séptima apela al canto de paz. Rechaza al demonio y a la guerra. Elogia al Augusto romano que alzó el templo de la paz. Declara guerra a la guerra. Clama paz para el pensamiento. Paz para los que descubren la verdad. Aboga por que un ramaje de paz retoñe del madero de la cruz.


En la estrofa trigésima octava nos habla el poeta en su oda de antiguas metrópolis que fueron destruidas Persépolis, Tiro, Babilonia y a los protagonistas que intervinieron en su destrucción. Habla de Bizancio, el imperio multiétnico cristiano y de otras capitales precitas condenadas a las penas del infierno. El astro eterno está sobre la ruina de tierra y mar para nuevos cultos, cultura y gobierno por ser el faro de la libertad. Para dar a todas las almas abrigo y convidar a las fiestas más célebres del mundo: “el domingo del lino y la lana, thanksgiving, yom kippur.” Sus eneasílabos cantan la fiesta patria de la Argentina, la cual, luce sobre su frente el diamante refulgente de las alturas, el sol. Alaba a sus hijos y hace voto para que su bajel no encuentre sirte, simbolizando con esa metáfora que la gran nave de la nación no encuentre elevación de arena en el fondo del mar. Termina la estrofa diciendo:

“y homérica

voz de tu genio viril

por ti diga el triunfo de América”.


La estrofa trigésima novena es un soneto de arte menor en el que destacan versos dísticos con rima consonante para terminar. Para volver al Himno Nacional Argentino:

“Oíd mortales, el grito sagrado: ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad”!


El Canto a la Argentina de Rubén Darío expresa la grandeza de esa gran nación y hace honor a la lírica de la letra de su himno, por lo cual, se encargó escribir algo digno en la celebración del centenario de su creación.




Edwin Zúniga Reyes

Viena 25 de febrero de 2022

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