Boletín Informativo Num.20 - Cancion de otoño en primavera. Lic. Maria Isabel Flores Rubio.
- Asoc. Francisca Sánchez
- 20 mar 2022
- 7 Min. de lectura

Canción de Otoño en primavera
A. Martínez Sierra.
Este popular poema presenta el carácter dubitativo de la poética Dariana en la que subyace una esencia existencialista, basada en su vivencia personal al relatar sus aventuras amorosas. Si bien es cierto que la época en que vive el poeta -entre las guerras mundiales- predomina la filosofía existencialista que aspira a superar los moralismos analizando la condición humana; hay que tener en cuenta el dualismo vida y muerte, bien y mal en que se debate eternamente la angustia existencial de Rubén. Debemos recordar que muy próximo a esa época está el pesimismo alemán de Schopenhauer que se acentuó en el pensamiento filosófico; como en el literario, la obra de Dostoievski. En Darío fue natural su dualismo y su afán existencialista. Recordemos “lo Fatal”, donde nos dice:
“y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos”.
En el inicio de “Canción de otoño en Primavera”, nos presenta los dos tópicos en que va a girar el poema, la vida y la muerte. El otoño nos simboliza el ocaso de la vida, la vejez. La primavera, la juventud que conlleva verdor y lozanía. El argumento es la pérdida de la adolescencia, acertadamente expuesta con el paso del tiempo que se va y no vuelve. Magistralmente la tesis nos lleva al tema central que es la mocedad para en ella ubicar sus vivencias melancólicas. El estilo es puramente sentimental y es desarrollado en una métrica castiza renovada. Hace uso del verso de nueve sílabas llamado serventesio en los cuartetos rimados el primero con el tercero y el segundo con el cuarto. Este tipo de versificación fue muy común en la tradición oral de la literatura medieval influenciada por la poética francesa del siglo XV. Los versos eneasílabos fueron usados con mucha frecuencia en el Neoclasicismo y Romanticismo. Rubén Darío hace un predilecto uso de ellos:
Cantaba como un canario A
mi amada alegre y gentil, B
y danzaba al son del piano A
del oboe y del violín. B
Abrojos Chile 1887
Canción de Otoño en primavera es un poema canción dedicado a G.M Sierra. Escritor español. Rubén Darío rindió homenaje con su inmortal canto, cuando era colaborador de la revista de Sierra. El título señala nostalgia por la pérdida de juventud. Hace una reflexión en el otoño, relacionando primavera con pubertad. Plantea la vivencia experimentada con tres mujeres hasta el verso cincuenta y tres en que analiza su vida amorosa:
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
El estribillo:
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver
Cuando quiero llorar, no lloro…,
y a veces lloro sin querer.
Rubén reordena los elementos de una oración: “cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer”; para dar un nuevo sentido en el segundo verso que contraste con el primero. Esta figura literaria es un retruécano.
Va intercalando el estribillo cada tres estrofas para dar idea de temporalidad vivencial. Le sirven para diferenciar los amores en diferentes épocas. Cuando era inocente como un niño:
“Para mi amor hecho de armiño
Herodías y Salomé”.
Con la metáfora armiño, representa blancura de pureza de amor inocente orientado a ternura sublime. Seguidamente, menciona a Herodías y Salomé para representar la seducción y el crimen. Herodía fue la princesa Idumea nieta de Herodes el Grande. Casada en primeras nupcias con Herodes Filipo, su tío. Divorciada se casó con su cuñado Herodes Antipas. Su hija Salomé seduce con una danza provocativa al hombre de su madre Herodías, la cual, dice a Salomé pedir la cabeza de Juan el Bautista, a quien odia por condenar la unión incestuosa sostenida con el hermano mayor de Herodes Filipo. Herodes entregó la cabeza del profeta que predicaba un comportamiento auténtico.
Con dos nombres bíblicos nos sintetiza metafóricamente el pecado en contraposición con la pureza. Metáfora continuada rica en alegoría.
Prosigue el poema con otra mujer brindadora de pasión violenta. Es la bacante envuelta en un peplo de gasa pura. Nos sugiere un erotismo de juventud con la vestimenta del peplo que dejaba ver los pechos de las mujeres griegas, específicamente las que intervenían en el culto orgiástico del Dios Baco:
“En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía…”
El erotismo juvenil sublimiza al realizar una sinestesia que mezcla sensaciones táctiles y visuales con elementos procedentes del sentido físico para hacer florecer emociones internas de suavidad y ligereza.
El tropo Dariano transmite apreciaciones táctiles de pasiones placenteras. Ternura y pasión manifestada en sinestesia poética, propia de simbolismo y modernismo.
A continuación, hace uso de alegoría:
En sus brazos tomó mi ensueño,
y lo arrulló como a un bebé…
y lo mató triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe.
Nos presenta conceptos e imágenes alusivas al bebé y al falto de luz y fe. El arrullado y el asesinado falto de luz, falto de fe… La alegoría de Rubén parte del sentido real, al sentido figurado para enfocar el tema central de la estrofa desde la figuración. Nos conduce por las ideas de metáforas continuadas.
Esta figura literaria es muy apetecida por el padre del modernismo. Suele exponer sus ideas o conceptos mediante conjuntos de imágenes alusivas o metafóricas. La alegoría la utiliza expresando amor o desengaño, cuando dice:
“Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión
-
y que me roería, loca, con
sus dientes el corazón.
En el poema se manifiesta la maestría del poeta para realzar la emotividad haciendo uso del hipérbaton. Eleva su expresividad alterando el orden de las palabras cuando nos expresa a lo largo del poema: Plural ha sido la historia de mi corazón. /Pues a su continua ternura, una pasión violenta unía. En la primera y en la última las usa con la finalidad de darle un énfasis profundo de sus emociones. En la segunda expone la dicotomía entre ternura y pasión violenta para despertar el interés del lector.
“Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.”
Le sirve para aumentar la emotividad del poema dirigida a una profundidad sentimental del lector.
La tercera fémina, puso un amor de exceso dándole entre abrazos y besos síntesis de eternidad sin pensar que la primavera y la carne se acaban. El estribillo en su última aparición destaca la ruptura de la estructura y del sentido del poema dando paso a una enigmática esperanza:
¡Mas es mía el alba de oro!
En el estribillo o retruécano, el poeta realiza reordenación de elementos de una oración en la oración siguiente, para dar un nuevo sentido que contrasta con el primero:
cuando quiero llorar, no lloro…,
y a veces lloro sin querer.
Esta figura la realiza en versos eneasílabos de canción, acentuados en la tercera y octava sílaba. Rubén nos evoca con su poesía preciosista al culteranismo de Góngora organizando sentido de una oración en otra subsiguiente. Es admirable la capacidad renovadora de la versificación castellana realizada por el poeta en el uso del eneasílabo. Este verso se conoce desde la antigüedad como el verso nacional francés. En castellano se empezó a usar acentuado en la segunda, quinta y octava sílaba:
Y luego el estrépito crece
confuso y mezclado en un son,
que ronco en las bóvedas hondas
tronando furioso zumbo.
Y un eco que, agudo, parece
del Ángel del juicio la voz
en tiple, punzante alarido,
medroso y sonoro se alzó.
(Espronceda).
El poeta modernista Amado Nervo lo usó acentuando la cuarta sílaba y la octava:
Su voz más dulce que una orquesta
sin duda fue… Más que un cristal!
Su alma fue pura y manifiesta.
¡Estar con El era una fiesta!
¡Morir por El, un ideal! (A. Nervo).
Metáfora es una figura literaria muy importante. Considerada la expresión más característica de la retórica. Rubén la utiliza con gran acierto cuando dice: “Juventud divino tesoro” que son dos cosas en sí, preciadas como riquezas. La juventud y tesoro sugieren principios compartidos. Usa comparación:
Miraba como el alba pura
sonreía como una flor.
Usa metáfora para expresar dos conceptos antagónicos: luminosidad del alba y oscuridad de la noche, logrando un efecto de sinestesia en el que predomina el dolor:
Era su cabellera oscura
hecha de noche y de dolor
Cierra la comparación y la metáfora haciendo un símil:
“Yo era tímido como un niño.”
El ritmo vine manteniéndose desde el inicio del poema y lo acentúa al realizar encabalgamiento cuando dice:
“era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción”
Manteniéndolo hasta los versos posteriores donde escribe:
“La otra fue más sensitiva
y más consoladora y más
halagadora y expresiva.”
El poema está revestido de ritmo vigoroso proporcionado por sílabas reguladas en un orden concebido que lleva a una sonoridad impetuosa de juventud. Son representativas sílabas tónicas y átonas como las terceras y octavas que corresponden a la acentuación de los versos serventesios. Otro recurso para enfatizar el ritmo es el uso de epítetos para dar mayor intensidad:
“Juventud divino tesoro”
Este adjetivo calificativo resalta las características del sustantivo Juventud.
Las pausas y descensos de entonación se realizan después de los puntos suspensivos o en mitad de los versos, al realizar la cesura.
El encabalgamiento realiza desajustes entre la pausa verbal y la sintáctica. Organiza elementos en otra oración subsiguiente. Característico de la poesía de Góngora y del culteranismo:
era una dulce niña, en este
mundo de duelo y aflicción.
o cuando nos dice:
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva.
El poeta utiliza genialmente prosopopeya para dar vivencia al poema, considerando a la juventud un ser animado en un dialogo ajeno a la realidad.
Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver.
Además de prosopopeya realiza en la misma figura un apóstrofe al dirigirse a la juventud.
Termina el poema con un verso optimista:
¡Mas es mía el alba de oro!
Se aleja de los temas principales con un verso críptico que encierra optimismo y aunque parece que realiza una ruptura temática está prolongando el entusiasmo de la juventud; manifestado en todo el poema y resumido en la esperanza de encontrar el amor ideal de su vida. Hasta entonces, ha buscado y por fin encontrará a su princesa Francisca, la musa de carne y hueso, a quien cantará:
Alma sororal y oscura,
con tus cantos de España,
que te juntas a mi vida
rara,
y a mi soñar difuso,
y a mi soberbia lira,
con tu rueca y tu huso,
ante mi bella mentira,
ante Verlaine y Hugo,
¡tú que vienes
de campos remotos y oscuros!
Aunque la juventud se ha ido para no volver. El poeta tiene la esperanza de hallar el fuego pasional que no se pierde al terminar la juventud. Tiene la certeza en su madurez de la prolongación de su vida amorosa como realmente sucedió al encontrarse con Francisca Sánchez del Pozo, su princesa abulense.

María Isabel Flores Rubio.
Viena 19 de marzo de 2022
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