Edwin Zúniga Reyes / Maria Isabel Flores Rubio
El poema a Colón encierra una honda crítica. El poeta mezcla un anhelo de idealización para poner fin a la guerra entre hermanos que destrozan las razas. Aspira una América unida con la raza de hierro que fue España, al mezclar la fuerza heroica de la gran Castilla con la pujanza del indio de la montaña. Se dirige el poeta a otros conquistadores surgidos de las luchas entre hermanos y que han reemplazado al ídolo de piedra por el tótem entronizado.
Nos lleva a ideas apasionadas de los pueblos precolombinos destacando a sus héroes Atahualpas y Moctezumas. Realiza agudas observaciones religiosas que las compara con las traiciones y engaños sufridos por los pueblos americanos. El proceso independentista de la América que reza a Jesucristo y habla español, lo relaciona acertadamente con la Revolución Francesa por ser un factor importante en los procesos independentistas de nuestra América. Es interesante el giro poético que realiza Rubén cuando reflexiona sobre la Revolución:
“Bebiendo la esparcida savia francesa
con nuestra boca indígena semi- española
día a día cantamos la Marsellesa
para acabar danzando la Carmañola”.
Rubén es consciente que Hispanoamérica era un continente en crisis y la revolución francesa influía en parte a la toma de conciencia si buscaba su destino histórico ante la condición opresiva colonialista que define lacónicamente:
“Las ambiciones pérfidas no tienen diques,
soñadas libertades yacen deshechas”.
Rubén vuelve o insiste a lo largo del poema en los caciques:
“Eso no hicieron nunca nuestros caciques,
a quienes las montañas daban las flechas”
Ellos eran soberbios, leales y francos,
ceñidas las cabezas de raras plumas;
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos
como los Atahualpa y los Moctezumas”.
Rubén en su emocionado relato insistiendo en las glorias precolombina expone una interesante estrofa diciendo:
“Que más valiera el jefe rudo y bizarro
que el soldado que en fango sus glorias finca,
que ha hecho gemir al Zipa bajo su carro
o temblar las heladas momias del Inca”.
Hace hincapié en los gloriosos personajes directores de los destinos de los pueblos Andinos. Realiza una remembranza de la tribu Muisca en donde el Zipa era el título noble del gobernante supremo. Indudablemente, lo hace en clara alusión a la propiedad del territorio antes de la llegada de los españoles, la cual, señalaba: “el soberano era poseedor de las dos quintas partes del territorio”. Se refiere a la voracidad usurpadora territorial en el tiempo en que fue escrito el poema. Al hablarnos del Zipa es para hacernos alusión del carácter débil del personaje que no podía usar armas. Darío resalta la mansedumbre de un continente dividido que potencias extranjeras pueden avasallarle. Recuerda la unión de Muisca para complementar su ideal unionista que bien lograron en sus denominados Zaques bajo el mando de Huanzahúa en la sabana de Bogotá. Darío insiste en la grandeza política de los gobernantes del Zipazgo cuya sede estaba en Funza.
Finaliza su exposición retornando a la figura de Colón pidiéndole que ruegue por las tierras que él descubrió y ahora sufren.
El poeta utiliza un lenguaje claro y metáforas menos floridas respecto a sus trabajos anteriores. Concretiza emocionantes estrofas clamando: “que las carabelas no llegaran a la América” por las atrocidades derivadas en el descubrimiento. Expresa su ideal combativo y especula un pasado sin conquista.
Realiza referencias religiosas simbolizando al bien por debajo del mal significando lo malo que trajo el descubrimiento a la América de Chibchas, Cuzcos, Aztecas y Mayas.
Expresando:
“Cristo va por las calles flaco y enclenque,
Barrabás tiene esclavos y charreteras.”
Afirma que las revoluciones manchan la lengua de Cervantes y Calderón. Darío siente una profunda preocupación por el futuro de la lengua. Teme que al fin terminemos hablando inglés. Con un clamor cierra el poema y en él eleva su protesta por el descubrimiento que ha dejado una América con:
“duelo, espanto, guerra, fiebre constante
“en nuestra senda ha puesto la suerte triste
Cristóforo Colombo, pobre almirante,
ruega a Dios por el mundo que descubriste!
La obra está escrita en 56 versos dodecasílabos de seguidillas manteniendo la cesura después de la séptima sílaba y añadiendo cinco sílabas más para igualarla a la seguidilla popular:
“donde la tribu unida blandió su maza”.
Para realizar un análisis literario del ritmo y sobre todo de la trascendencia histórica del dodecasílabo permítasenos hacer una breve exposición de su origen y evolución de este elemento poético hasta llegar al dodecasílabo de seguidilla.
El dodecasílabo es un metro muy usado por los poetas del siglo XI y XII asociado a las jarchas y coinciden con la aparición de la seguidilla. El dodecasílabo clásico se divide en dos partes separadas por una división llamada hemistiquio. Cada parte es isométrica de seis sílabas. Su ritmo está condicionado por el acento de cuatro sílabas tónicas separadas cada una por dos sílabas átonas que hacen posible un conjunto sonoro de solemnidad. Se debe evitar la monotonía que frecuentemente se da.
La métrica del dodecasílabo se considera propia o usual del Renacimiento. Se relaciona desde siglos antes con las jarchas. Están muy enlazadas con las moaxajas, en cuanto a su estribillo de pocos versos. Podemos leerlos en lengua romance, hebreo o en árabe vulgar al final de las moaxas, las cuales, consisten en poemas de poetas del Al- Ándalus de los siglos XI Y XII. Constan de varias estrofas de cinco o más versos en árabe clásico o hebreo terminando con una jarcha.
Fue una lírica románica rica en elementos romances. Destacaron en este género el poeta Judá Leví versificador en hebreo, árabe y en lengua vulgar de los cristianos. Las jarchas fueron conocidas y traducidas por el hebreo Samuel Miklos Stem. El poeta español Salvador Rueda rescató este tipo de versificación que ya se conocía desde el siglo XI y Rubén Darío elevó a rango poético universal.
Dodecasílabos que se conocen:
Simétrico: consta de dos partes de seis sílabas cada una y separadas por un hemistiquio.
Simétrico Trocaico: dos series de tres troqueos separadas por un hemistiquio. Sus acentos van colocados en las sílabas impares. El ritmo troqueo formado por una sílaba larga y una breve.
Simétrico dactílico: formado por dos hexasílabos dactílicos con la primera sílaba de cada hemistiquio en anacrusis. El ritmo dactílico está formado por una sílaba fuerte o larga y dos breves o átonas. Su modelo se esquematiza de la siguiente manera:
A+ dáctilo + Troqueo con acentos en la segunda y quinta sílaba de
anacrusis + dáctilo + troqueo.
Cada hemistiquio gráficamente sería: 0 +000 + 00 recordemos que los acentos van en la segunda y quinta sílaba de cada hemistiquio.
Simétricos polirítmicos: Combinación que suprime el hemistiquio y versos.
Asimétrico: No lleva cesura tras la sexta sílaba.
Ternario: No lleva cesura tras la sexta sílaba. Hemistiquio de tres tetrasílabos trocaicos acentuados en la silaba impar. Es de origen popular. Aparece en el siglo XVIII. Ejemplo de una versificación de Rubén Darío:
“Metro mágico que al alma expresa// Llameante alegrías, penas arcanas.
Hemos dado una pequeña tabla de versificación para los que deseen analizar los ritmos métricos usados por Rubén en su poema a Colón.
Nosotros haremos algunos ejemplos por razones de espacio en nuestra exposición. En la primera estrofa, Rubén usa un dodecasílabo polirítmico con cesura después de la séptima sílaba usando la licencia de aumentar una sílaba. En cuanto aumentar, ¿Darío se retrotrae al inicio del dodecasílabo cuando las jarchas se podían dar esta licencia de aumentar sílaba en los dodecasílabos libre? Recordemos que estudia profundamente la métrica latina y revoluciona la española en aras del ritmo del verso y la profundidad de su sentido. En el segundo verso pone la cesura después de la octava sílaba y el resto del verso es un pie trocaico. El tercer verso pone la cesura después de la séptima sílaba y vuelve a usar la licencia de aumentar al dodecasílabo una sílaba. En el cuarto verso hace lo mismo, en cuanto, a la sinalefa y la sílaba que añade. Toda la estrofa es un encabezamiento del poema y en ella trata de acomodar el ritmo y el sentido; de ahí la dificultad del análisis métrico. El resto de los versos se desarrollan con claridad de versificación:
“Desdeñando a los reyes, nos dimos leyes
al son de los cañones y los clarines.
y hoy al favor siniestro de negros beyes
fraternizan los judas con los Caínes”.
Usa la palabra “beyes”. La cual, es hiperónima por tener varios significados. Puede entenderse como jauja de malhechores. Seguro de la impunidad y campo neutral entre los hombres y las bestias. Jauja es una palabra conocida y usada mucho en el S XV. Muy popular a la llegada de los españoles cuando se popularizó la utopía que en América se vivía muy bien. Nos recuerda que Darío se había nutrido de los versos dodecasílabos desde su inicio en las jarchas.
Pueden hacer uso de la siguiente tabla de pie métrico si presentara alguna dificultad:
Ritmos:
- Troqueo: una sílaba larga y una breve.
- Yambo: Una breve y una larga.
- Dactílico: una larga y dos breves.
- Espondeo: dos breves.
- Tribraco: tres breves.
- Proceleusmático: cuatro breves.
.
Darío fue un admirador del dodecasílabo en seguidilla
típico de las jarchas, popular en el siglo XV. Eran hiperónimos, o sea, las palabras tenían varios sentidos como la expresión “beyes”, de la cual, hemos dicho que tienen un extenso significado. En el poema: “Elogio a la seguidilla” apreciamos un claro ejemplo de esta versificación:
“Metro mágico y rico que al alma expresas
llameantes alegrías, penas arcanas,
desde en los suaves labios de las princesas
hasta en las bocas rojas de las gitanas”.
En el poema a Colón, maneja con vigor y libertad sus dodecasílabos.
“Libres como las águilas, vieran los montes
pasar los aborígenes por los boscajes,
persiguiendo los pumas y los bisontes
con el dardo certero de sus carcajes”.
Domina el ritmo en el verso dodecasílabo expresando tristeza y queja:
“¡Plugiera a Dios las aguas antes intactas
no reflejaran nunca las blancas velas
ni vieran las estrellas estupefactas
arribar a la orilla tus carabelas”.
Rubén Darío fue un ávido estudioso de la métrica clásica e hispana, por eso, fue posible renovar la poesía española. Dominó todos los ritmos haciendo uso de los pies métricos y la versificación castellana, desde los tiempos más remotos. Supo combinar la sabia poética francesa y la española con su fuerza atávica chorotega. Fue la quinta esencia de la poesía y un ser universal.
Edwin Zúniga Reyes.
María Isabel Flores Rubio.
Viena 4 de noviembre de
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