Rincón del Arte VII - El hombre debajo del bus (Cuento) - Wilber Guzmán Campos.
- Asoc. Francisca Sánchez
- 25 sept 2022
- 5 Min. de lectura

Ilustracion cortesia de: E. Suárez.
El hombre debajo del Bus
Hoy he querido al fin relatar porqué vivo debajo de este bus, siempre por las noches viene un búho creo yo, que lo es, pide que le platique mi vida, yo lo espanto con gritos porque no quiero hablar con nadie de eso, si con nadie, ni con un animal, pero bien, en la escuela me enseñaron que el búho simboliza a un maestro sabio, y bueno solo por eso hoy he querido platicar con él mi historia.
Querido acompañante nocturno, escucha y no me interrumpas, de momento puede que no le entiendas a algo, pero al final comprenderás mi relato, aquí debajo del bus, como todas las noches siento frío, hambre, dolor en el cuerpo, tristeza profunda, depresión en el alma, bueno solo este maldito para unos, para mi bendito alcohol que anestesia mi cuerpo y me libera un poco del sufrimiento producido por el reumatismo, mis huesos no dan para más, solo este líquido me devuelve en sí, además alegra mi mente, me transporta a las escenas cuando era feliz. Como siempre para todos los transeúntes y tú lo sabes, piensan que estoy delirando, aunque no lo digan, yo lo sé, para mí estoy reviviendo una realidad que se recrea en mi mente, la cual me da fuerzas para seguir respirando, me transporta a escenas cuando yo tenía hogar, je, je, je, si la sonrisa vuelve a mí, ¡Ay amigo emplumado!, recuerdo aquellas conversaciones amenas, entre risas, parlincheo y bullicio de en el corredor de la casa.
Debajo de este bus, todos los días con sus noches me encuentro, maloliente, harapiento, como dije hablando solo, haciendo diálogos, recordando mi hogar, estando aquí en mi cama de piedra, friolenta a veces húmeda en invierno, sabes para suerte mía, ni las hormigas me quieren, no se acercan a morderme, tampoco los perros callejeros, estos pasan de lejos siento me ven con recelo, me ladran y se corren.
Al ver pasar la gente pienso hay van los millonarios, sean niños, jóvenes o adultos, estos últimos, la mayoría son trabajadores que creen lo que este sistema maldito les ha enseñado, que valen por lo que ganan o lo que andan en la cartera, y algunos ignoran el tesoro que tienen en casa. Me recuerdan mi pasado ahí estaba yo siendo eficiente en el trabajo, pero siempre dejando en último lugar a mi familia, me decía mi esposa éramos más unidos cuando salíamos a vender frescos y enchiladas juntos, recuerdo como jugaba con mi hijo, le enseñaba béisbol, yo había jugado de adolescente, al menos sabia manejar el guante, je, je, je, para mi suerte en 1997 logré sacar un técnico en contabilidad por las noches en INTAE el Chepita Toledo de Aguerrí, con esfuerzo pagábamos la mensualidad, nos costó pero con el apoyo de mi esposa todo era ligero, y así conseguí un trabajo de oficina en una empresa de agroservicios.
Allí en la oficina creí tener el mundo a mis pies, claro es, llevaba una vida diferente ayudó a mi altivez, el orgullo estaba a flor de labio, siempre con educación en mi trabajo donde me admiraban, todo lo contrario en la casa, como se dice era candil de la calle, oscuridad de mi casa, otro diría una mansa paloma en el trabajo y un perro con su casa, todo me resultaba un fastidio, no estaba a gusto con la comida, no quería se acercará mi hijo, poco a poco, fui perdiendo el amor por mi esposa, por ende, hizo lo propio y se fue alejando de mí, o más bien, los empuje a hacerlo.
En el trabajo empecé a desviarme del camino y a juntarme con personas con arrogancia avanzada, y allí estaba yo queriéndome parecer a ellos, un mal día me enrede el vicio, inicié a salir con personas de otras empresas a tomar, una copa, después otra copa y otra, fue el comienzo del fin laboral, mis llegadas tarde, mi poca eficiencia, informes retrasados, después ya no iba a trabajar, uno, dos o tres días, buscaba una que otra excusa, hasta que me han descubierto y me han corrido.
Los que se decían mis amigos, siguieron sus vidas de forma habitual, en mi caso, no sé qué paso, dijera mi amigo el doctor García me descompensó el guaro, todos ellos se alejaron de mí, las mujeres de mi vida bohemia, nunca más me volvieron a ver, ya saben sin dinero no existes y aquí estoy todavía sigo tomando, antes lo hice, ya no recuerdo porque, creí me gustaba, además me daba un plus social que antes no conocía, muchas personas aún desconocidas me llamaban amigo. Luego seguí tomando por necesidad, me dolía la cabeza, me daba ansiedad, me desesperaba en la casa, si mi casa, la que era mi esposa como dije antes, se alejó de mi hasta que se marchó, pues no aguanto la vida mísera que le daba, las ofensas y los golpes eran diario, ella se cansó y huyó lejos, la verdad no sé, si está viva, ojalá y le haya ido bien en la vida, y de mi hijo, que decir hoy debe ser un hombre con familia, no lo conozco, él tenía 12 años cuando se marcharon para siempre de mi vida, esto me hundió más en la bebida, dirá usted querido Búho excusas, pueda ser, pero qué más da, sentía que moría, vendí las pocas pertenencias que me quedaban, hasta que me quede pidiendo para tomar.
Estando en ese trance inducido habló, charlo con mi hijo, abrazo a mi esposa, le digo que son lo mejor del mundo, juego con ellos, señalo las cosas lindas de la vida, les hago sentir que son todo lo que quiero, pero cuando el amanecer cae sobre el bus, y los rayos del sol se notan, cuando ya no tengo alcohol para seguir soñando, empiezo a llorar, y a llorar, a renegarme el ¿Por qué los perdí? De tanto llorar me da mucha sed, me levanto a pedir dinero, algunos se apiadan de mi les digo que es para comer, pero al final lo único que quiero es volver a ver a mi familia, querido Búho, sé que es una mentira esto, me engaño para seguir viviendo, un día más, hasta que muera, todas las noches los veo, después de alcoholizarme y así el ciclo se repite, y debajo de este bus sigo mi vida, sigo encontrándome con mi esposa y mi hijo de 12 años.
Si, si, pienso igual que tú, todo comenzó con una copa social y terminó haciendo de mi vida un basurero, una podredumbre en la sociedad, sin techo, con razón me rechazan, ahora por fin he decido contar un poco de mí, te lo he dicho a ti querido Búho, espero que en tu vuelo y como buen maestro sepas compartirlo a otros para que no les pase lo mismo que a mí, perder el mayor tesoro del mundo la familia, es la peor de las desgracias.
Autor: Wilber Guzmán Campos.
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