Rincón del Arte XVII- "Kali y Soche" - Cuento - Parte II - Wilber Guzmán Campos
- Asoc. Francisca Sánchez
- 21 ene 2023
- 4 Min. de lectura
Despedida de Kali a Soche en la rivera de Karka

No tenerte es un martirio perenne, sufro a diario, no sé cómo engañar a la razón, de tu amor soy esclavo, he de caminar un largo horizonte, donde la vista se pierde, por la redondez de la tierra, donde la luna despierta cae la noche y la oscuridad invade mi vista, aunque, a decir verdad, en la vida mía no hay luz toda ella es vacía.
Si pudiera devolver el tiempo sería todo igual buscaría como tenerte a mi lado, sin importar nada más, si el destino se empeñase en alejarte como ahora lo hace en silencio te amaría, todo el tiempo te recordaría, aunque tu piel se saciará con los poros de otra piel, aunque tus labios se desesperen por sentir los de él, aunque tus manos no desearan más acariciar mi rostro, y en tu mente solo recuerdes la de él, nada cambiaría este sentimiento que poco a poco cubre cada espacio de la vacía independencia que inútilmente busca mi esclavizada razón.
Cuando probé tus labios y créeme hasta que los busqué y sentí me sacié, momentáneamente me calmé, al transcurrir los días era peor más necesitaba besar ese bello rostro, eras lo único que calmaba está ansiosa y feliz debilidad.
Te quise olvidar, inútil fue, no pude, pasan los años y el daño que provoqué en mi es mayor, el que te hice a ti es menor, tú ya eres feliz con otro amor, yo no, todavía sufro en silencio y es peor, bella dama honorable devuélveme la vida, ten piedad de mi terrible agonía, no debí amar a una diva que apenas abría su capullo a las flechas de cupido, tan solo despegaba, le faltaba emoción, yo no era un juego, solo era su proceso de madurez, donde todo lo nuevo superaría lo anterior. Ojalá pueda encontrarte, ojalá pueda abrazarte, lloró por ello, no me lo merezco, ¿Estoy condenado a ser este que sufre por amor?
Ser un camaleón sin querer, vivir del cuento por doquier, creer un invento al amanecer, para desviar un poco esta daga que llevo clavada en el alma, he estado con mil mujeres intentado olvidar, mil veces vuelve y con más fuerza, tu recuerdo a impactar, nada calma, es como si en vez de agua para apagar el fuego cayera líquido inflamable para ensanchar más las llamas, ¡Ay, pobre corazón produces lástima!
La dama dueña de tu alma diario se aleja de ti, no hay retorno bien lo sabes, se desprendió el último pétalo con un sepulcral reconocimiento del ya te olvidó, era mejor el silencio, porque cuando habló se vociferó la cruel despedida, ¿Si lo sabías?, tu amor es tan grande que querías sufrir más todavía, ¿No te bastó con saber que su alma está inclinada a su fatal amor y que es más grande del que te profesó? Era cosa del destino, tu no podías hacer nada, sin ser culpable, su corazón se alejaba, al ser descubierto eras muerto, solo cuestión de tiempo tu enterrador te esperaba, a lo lejos te miraba en cada alba cavaba donde yacerían tus restos mi querido y parecido a un Montesco.
Caíste allí donde las almas no tienen retorno, donde tal vez eres recuerdo, donde muy pocos se salvan, ¡Ay pobre enamorado pendenciero! Vive tu estancia en la tierra con decencia, disimula la carencia de amor, espera clemencia del tiempo, tal vez entre esos miles de intentos logras olvidar el sentimiento más tierno que tu espíritu amordazado siente, aun no siendo correspondido.
Los siglos ahora son día, esta deplorable marchita vida agónica, mundo mágico hundido en el pozo de la desolación, viviendo del recuerdo, disfrutando de los momentos que las neuronas traen a la memoria, y permiten sonreír al desdichado sin fin.
Volver a besarte, mirándote cara a cara, besándote las manos largas y ese ondulado cuerpo esbelto, tomar tu cabello, para acercar la cabeza a la mía, susurrarte al oído cuanto te amo, tener largas charlas de sueños, disfrutar del momento inolvidables recuerdos, pero si un día me falla la memoria, espero recordarte aun en ese inframundo perdido, donde mi almacenamiento memorial estará en cero, espero sean piadosos con este pendenciero de amor y mi cuidador, revele según mis memorias esto que hoy dejo escrito, porque quiero sea eterno y en la tumba espero me siembren una hortensia azul para que todo aquel admire la belleza dibujada con la sangre de mis venas, y si ellas se marchitaran, espero tener fuerzas para ahorrar en vida, pues aun muerto deseo sean renovadas, y con desespero inclino mis suplicios al más allá, y permita encontrarme con mi gran amor, ese que jamás volvió, ese que jamás volverá y que de seguro hasta en su fotográfica memoria no existe mi rostro, símbolo de pena y dolor, ahora le doy gracias a la vida por tu perdón, por no poder ganar y deshonrosamente agachar la cabeza y verme perder ante los depredadores ansiosos de venganza por una promesa equivoca que te profesaba amor, amada Soche tu y yo sabemos que el destino fue cruel y ahora lo amas a él, por tu fidelidad y compromiso real ante tu padre de lejos siempre miraré y protegeré tu felicidad, un lejos eterno y profundo más que tirarse de Tumbé, sin fin, pero rogaré siempre para cuidar tu corazón.
Autor: Wilber Guzmán Campos.

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